BUENOS AIRES, ARGENTINA. — En solo cuatro meses, Karina Milei, hermana del presidente de Argentina, Javier Milei, consolidó su papel como la mujer más poderosa de ese país porque, además del cargo que desempeña en el gabinete, comenzó a fortalecer al partido La Libertad Avanza (LLA).
La secretaria general de la presidencia encabezó el pasado fin de semana el evento de afiliación para registrar a LLA en la ciudad de Buenos Aires, uno de los distritos más estratégicos del país.
Durante el evento se formaron largas filas de entusiastas seguidores que se sumaron formalmente al partido oficial que hoy es liderado por la hermana presidencial.
De esta manera, Karina inició el proyecto de nacionalización del partido con el que Milei ganó sorpresivamente la presidencia, ya que era una formación nueva que carecía de presencia en todas las provincias.
La meta son las elecciones legislativas de 2025, en las que LLA intenta revertir la situación de bancadas minoritarias que actualmente tiene tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado. En ese afán, Karina sería candidata al Congreso.
Si el partido libertario logra aumentar el número de curules, ello le permitirá a Milei encarar con mayor tranquilidad la segunda parte de su mandato y prepararse para la campaña por la reelección en 2027.
En ese proceso, al igual que ha ocurrido durante su breve y exitosa carrera política, su hermana es fundamental, ya que es prácticamente la única persona en la que confía y a la que consulta todas las decisiones de Gobierno.
Influencia
Desde que su hermano empezó a gobernar el pasado 10 de diciembre, Karina Milei ha mantenido el papel discreto con el que actuó durante la campaña. A diferencia de Javier, no habla con la prensa, no da discursos públicos ni usa de manera compulsiva sus redes sociales. Pero sí lo acompaña en todos sus eventos y giras, siempre en un segundo plano.
La primera vez que se escuchó su voz en público fue precisamente la noche del 19 de noviembre, cuando su hermano ganó las elecciones y ella se plantó en el escenario para presentarlo como el nuevo presidente.
Después, solo ofreció una entrevista a un canal de televisión y regresó a su estrategia de silencio, que rompió de manera provocadora el pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, al anunciar a través de un video el polémico cierre del Salón de las Mujeres que había en la presidencial Casa Rosada, para sustituirlo por un Salón de los Próceres, conformado únicamente por varones.
Pero, aunque no se escuche su voz en público, es más que conocido el peso que tiene su opinión. De hecho, varias de las renuncias o despidos en el gabinete en este breve lapso de Gobierno se deben a la inconformidad de Karina con funcionarios que terminan degradados o expulsados de la gestión.
El último ejemplo es el de Eduardo Serenellini, secretario de Comunicación y Prensa, quien a partir de esta semana ya no podrá participar en las reuniones de gabinete porque su oficina fue rebajada de rango por orden de la hermana presidencial.
En marzo, también por órdenes de Karina, fue apartado de su cargo al coronel Alejandro Guglielmi, jefe de la Casa Militar, que se encarga de la seguridad de la Casa Rosada y del presidente.
La creciente influencia política de la hermana de Milei se evidencia también en las frecuentes reuniones privadas que mantiene con el expresidente Mauricio Macri, de las que nunca se informa oficialmente, y en la tensión que mantiene con Victoria Villarruel, la vicepresidenta, que ya reconoció las fricciones que hay entre ambas.
El caudal de poder que ejerce actualmente Karina era inimaginable hace solo tres años, cuando solo era una relacionista pública y creyente del tarot, a la que su afición a la pastelería la había llevado a vender tortas a través de sus redes sociales.
Pero entonces, su hermano decidió lanzarse a la política, obtuvo una diputación y ella se convirtió en su principal asesora.
Karina es la persona en quien más confía Milei, quien está convencido de que gobernar es una misión divina que le enconmendó Dios y que su hermana es la reencarnación de Moisés. Por eso la llama ‘El jefe’, en masculino.
Karina Elizabeth Milei tiene 52 años, dos menos que el mandatario, y ambos son los únicos hijos de Norberto Milei y Alicia Luján Lucich, una pareja de clase media de Buenos Aires que los maltrató física y psicológicamente cuando eran niños, según han denunciado ellos mismos.
En el libro «El Loco. La vida desconocida de Javier Milei», la biografía más exhaustiva del presidente, el periodista José Luis González detalla la dependencia afectiva de los hermanos, ya que ninguno de los dos tiene hijos.
De hecho, Karina incluso tomó cursos para hablar telepáticamente con Conan, el perro muerto y clonado al que Javier tanto quería, y del que sigue hablando como si aun estuviera vivo. Es uno más de los roles fundamentales que ejerce para su hermano.
PUBLICADO EL 10 DE ABRIL DE 2024/ Con información de AFP)